lunes, 4 de octubre de 2010

Mis Teteras

De la multitud de encantadoras leyendas que retroceden más de 5.000 años, se puede deducir que el té es la bebida más antigua del mundo hecha por el hombre, pero sus orígenes exactos se pierden en las brumas de los tiempos.

De acuerdo con la leyenda china, el Emperador Chen-Nung el Divino Cultivador descubrió el té accidentalmente cuando estaba hirviendo agua a la sombra de un árbol del té silvestre cuyas hojas se mecían dulcemente con la brisa, cuando unas hojas cayeron en su olla. El emperador bebió la infusión resultante y se sintió inundado de una sensación de bienestar. El té fue así descubierto.

Los indios atribuyen el descubrimiento al Príncipe Bodhi-Dharma, hijo del Rey Kosjuwo. Había dejado la India para ir al Norte a predicar el budismo a lo largo del camino. Prometió no dormir durante su meditación de siete años. Al final del quinto año estaba cediendo a la laxitud y la somnolencia, pero una providencial casualidad le hizo coger y mascar algunas hojas de un árbol no identificado. Resultó ser un árbol del té y sus extraordinarias propiedades le permitieron cumplir su promesa.

La leyenda japonesa es un poco diferente de la india: al final de tres años de meditación, el Príncipe Bodhi-Dharma cayó dormido y soñó con todas las mujeres a las que había amado. Al despertar, se enfureció tanto con su propia debilidad que se arrancó los párpados y los enterró. Volvió al mismo lugar algún tiempo después para encontrar que sus párpados habían enraizado y habían crecido hasta convertirse en algún arbusto desconocido. Mascó algunas hojas y descubrió que tenían la propiedad de mantener sus ojos abiertos. Contó la historia a sus seguidores, que recogieron las semillas y así comenzó el cultivo del té.


Armonía, reverencia, pureza y calma. Éstos son los cuatro elementos que representan la encarnación de la Ceremonia del Té en el Japón. La naturaleza y el arte se mezclan armoniosamente en el salón de té y su tranquilo jardín. El principio de la refinada sencillez enseñado por los antiguos maestros se observa estrictamente. Cualquiera que sea el rango de uno en la vida, rico o pobre, noble o plebeyo, el salón de té nos iguala a todos. Los reyes y sus súbditos se tocan las rodillas y, durante ese corto espacio de tiempo, en el salón de té, todos son uno.

El culto al té, llamado comúnmente la "ceremonia del té" en Japón, es un pasatiempo estético que consiste en servir y beber té verde.

Proveniente de Japón, el culto al té ha jugado un importante papel en la vida artística del pueblo japonés durante más de cuatrocientos años, ya que tiene su origen en la edad media como una forma de estética ética nacida bajo la influencia del budismo zen.

De hecho, en el ideal de la ceremonia del té puede vislumbrarse una imagen del japonés que encuentra las virtudes de la paz, la armonía, la cortesía y la belleza en las cosas más sencillas de la vida.

La chanoyu o "ceremonia del té" reúne la presencia de la religión, la literatura y la filosofía, así como del arte y la artesanía.













































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