Las alas de un sueño

La claridad del día que entraba por la ventana la sacó de su letargo y la obligó a abrir los ojos, aquellos grandes y hermosos ojos verdes que antaño habían sido uno de sus principales atractivos.

Unos rayos de sol jugueteaban tras las cortinas y la suave brisa de la mañana parecía darse paso entre los árboles, que se divisaban desde el otro lado de los cristales, jugueteando con las hojas y moviéndolas a su antojo.

Los pájaros mantenían una atrayente melodía imitando los sonidos más raros y curiosos.

 Se despejó el pelo de la cara y entreabrió poco a poco los ojos, tratando de despedirse a duras penas de aquel hermoso sueño que la había mantenido en vilo toda la noche.


Desde el interior de la casa le llegaba el intenso aroma del café.

Se estiró entre las sábanas, poniendo interés en acomodar uno a uno sus músculos y se levantó despacio mientras hacía graciosos movimientos con su cuello y sus hombros.

Una sonrisa perdida se desdibujaba en su rostro y el recuerdo de una boca le temblaba aún en los labios.

Él había estado allí aquella noche, su etérea presencia había recorrido su cuerpo y había sentido una a una sus caricias y su fuego. Permaneció así con la mirada perdida sintiendo aún aquel estremecimiento que le recorría la sangre y el corazón le palpitaba a un ritmo desenfrenado.

Olía a su perfume entre las sábanas y en su espalda, una cadena de besos recorrían parte a parte un largo trayecto desde la comisura de sus labios hasta lugares recónditos que aún la estremecían y la emocionaban.

Era increíble que aquel sueño pudiera ser tan intenso, aún permanecían sedientas sus manos y en el filo de la boca sentía la humedad de sus labios, no había duda de que había estado allí de alguna manera haciéndola sentir mujer y sembrando en ella todo el universo….