Hormigueros de esperanza

Conocí a Mariam en mi último viaje. Ella venía de Puerto Rico y coincidió en varias excursiones con nosotros, me pareció una mujer culta, luchadora e involucrada de lleno en sus creencias religiosas. Según me comentó pertenecía a una comunidad de la Iglesia católica de su país, que le había encomendado ir a Colombia a una de esas zonas donde la guerrilla manipula y extorsiona a sus habitantes sin ley y sin causa.


Temerosa pero con una fuerte convicción realizó aquel viaje que le marcó sobremanera. Mientras me relataba lo vivido en aquel tren que nos llevaba de Warnemunde a Rostok, se me iba poniendo la piel de gallina y se me estremecía el alma. Aquellos chiquillos casi enjaulados por las circunstancias, desconocían el sabor de un guiso de su madre, medio desnudos entre la vegetación buscaban hormigas culonas para almorzar. En Colombia este género es conocido como hormiga arriera u hormiga cortadora y, como especialidad culinaria, la reina grávida de A. Laevigata es conocida como hormiga culona u hormiga santandereana y llega a medir unos 2,5 cm.


Las hembras preñadas han sido comidas durante siglos, como una tradición heredada de culturas precolombinas como la Guanes. Las reinas son las únicas comestibles. Son colectadas durante unas nueve semanas cada año, en la temporada lluviosa, que es cuando salen en vuelo nupcial. Este alimento es usado tradicionalmente como regalo de bodas, por la creencia de que estas hormigas son un manjar afrodisíaco.


Para su elaboración son descartadas alas y patas, se sumergen los cuerpos en agua salada y se tuestan en sartenes cerámicas. Este alimento que tiene altos niveles de proteínas, muy bajos niveles de grasas saturadas, y en general es muy nutritivo, constituye uno de los únicos alimentos de aquellas criaturas y de sus familias, que con un par de hormigas saciadoras pasan toda una jornada.


El trayecto para buscar las hormigas no está exento de peligros porque los guerrilleros bajan de las montañas al poblado para raptar a aquel que se les ponga al paso, las mujeres son violadas o retenidas por años, mientras el Gobierno acepta de buen grado aquella situación.

Mariam las había probado y aquel sabor entre nuez y tierra lo conservaba aún más en el corazón que en la boca.

Con bastante emoción y un rictus de pena en la mirada me contaba como aquellos niños reían y jugaban con lo único que poseían, un papel arrugado al que apretaban una y otra vez y eso iluminaba sus caritas faltas de sueño y llenas de mocos.

Y entonces pensé en mis tres hijas, en sus cuartos de juguetes, en sus videojuegos, sus bicicletas, sus ordenadores, sus pc´s, sus bonitos vestidos, y en aquel viaje que ambas compartíamos y mientras pensábamos lo afortunadas que éramos por lo que estábamos disfrutando, al mismo tiempo se nos quedó en el alma una sombra de desconsuelo e impotencia por aquellos niños cuya única esperanza es que en su poblado siempre habiten las hormigas culonas que sacien su infancia hambrienta…