Tacones de aguja

Siempre me han gustado los zapatos altos, quizás porque de pequeña veía con admiración como mi madre se subía siempre en ellos para ir a la oficina, de hecho cuando ya empecé a trabajar me compraba los más bonitos, los de punta fina y tacón de aguja.

Hoy en día son una de mis pasiones y tengo cajas y cajas de ellos, además he comprobado que me sirven de terapia: subida en ellos veo la vida desde otra perspectiva, me siento esbelta, me siento elegante, y hasta me siento mejor de ánimo, hasta el punto de que nunca voy con zapatos planos, creo que no tengo ninguno sin tacón a no ser las zapatillas que uso para estar en casa, sería incapaz de salir con ellas a la calle…ni para ir al super y es que donde se pongan unos zapatos de tacón…

Así deberíamos afrontar la vida diariamente, viéndonos desde otra posición y otra perspectiva, con el ánimo alto y bien sujeto, no con superioridad hacia los demás sino tomando conciencia de nuestro valor como personas superiores, porque todos tenemos un valor que debemos de hacer crecer en nuestro interior y el tacón nos debería elevar más hacia lo alto en nuestras creencias y convicciones, en el valor humano, en la capacidad de sentirnos bellas, únicas y singulares porque ser mujer es un privilegio, solo nosotras tenemos el don de llevar a la humanidad dentro nuestro a través de la milagrosa obra de concebir un hijo y enseñarle el camino de la vida.

Los tacones te obligan a pisar fuerte, y pisando fuerte por la vida podemos llegar todo lo lejos que queramos….