Son caras serias de gente que va pensando en sus cosas, en su problemática diaria, en sus tareas, en su trabajo, en sus pagos, en sus angustias...y nos convertimos en clichés todos iguales arrastrando cada uno de sus ideas a lo largo del día y no nos damos cuenta en que momento dejamos de ser humanos para convertirnos en máquinas, arquetipos en serie que caminan pero no se rozan, que se ven pero no se miran, que se saludan pero no se tocan, que sienten pero no se conmueven, que sufren pero no lloran y que dicen te quiero con más facilidad a través de un ordenador que delante de otro ser humano.
Somos más capaces, más creativos, más inteligentes, más trabajadores, más emprendedores, más ambiciosos, pero menos sensibles, menos cariñosos, menos transparentes, menos alegres, y en definitiva menos humanos.
Aprovechamos a las personas, lo que podemos sacar de cada uno de ellos, los exprimimos y cuando ya no nos sirven los dejamos de lado. Somos codiciosos, pendencieros, materialistas y envidiosos pero no somos capaces de fomentar otras capacidades en nosotros como la ternura, el cariño, la amistad sincera, el desinterés, el amor porque esto nos hace vulnerables y eso hoy en día no se lleva. Hay que ser agresivo, tenaz, no tener escrúpulos para nada y ocupar un buen puesto en la sociedad, lo demás no es válido, no se vende, no tiene cabida en un mundo como el que vivimos.
Hemos dejado de lado la risa, la emotividad, el derramar lágrimas por una escena tierna de una película, el conmoverse por una puesta de sol, hemos olvidado el agradecer un nuevo día, un nuevo amanecer, estamos olvidando vivir, sentir, disfrutar, reir, estamos olvidando Amar, estamos olvidando a Dios....
Pues todo depende de uno mismo, el que todo eso no se pierda. Si no siempre, de vez en cuando hay que rescatar esos sentimientos: reirse a carcajadas con una amiga, soltar una lágrima ante un anuncio de un bebé, y sorprenderse cuando alguien aparece cuando no lo esperas.
ResponderEliminarSé que tú eres emotiva, y eso lo encontrarás. No lo has perdido.