miércoles, 20 de octubre de 2010

Terrores nocturnos



















Bueno pues todo empezó un buen dia y a raiz de un anuncio de la DGT, Paula que hasta la fecha dormía apaciblemente por las noches, lo vió, se asustó y a partir de ahi hemos pasado de miedo a la oscuridad, a miedo a las películas, a miedo a los informativos, y miedo a un montón de cosas más todas revueltas y sin lógica aparente.

Lo cierto es que durante casi cuatro meses, en casa nadie pegaba ojo. Nos estaba pegando hasta el miedo a acostarnos en la cama. A las tantas de la madrugada pegaba un grito y mamaaaa.... o papaaaaa.... por favor ven.... y asi un dia y otro y otro y otro.

Luego no contenta con tenernos de pie junto a su cama como soldados de goma, se ponía a despertar a todos con sus gritos y llantos, o su voz de niña chica (Grrr!). Insoportable. Desesperados por la situación y por la falta de sueño terminamos consultando al pediatra. Nada, que tome jarabe de pasiflora.

Ni cosquillas le hizo el jarabe, ni la manzanilla, ni la tila, ni el vaso de agua bajo la cama, ni el medio limón con clavos de olor, ni el bañito de agua tibia antes de acostarse, ni el cuento del ratoncito durmiente, ni el de la mona Ramona...ni el de su madre osease quien la parió. Jesús con la niña!!!!.

Y ahí perplejos, agotados y haciendo guardia, su padre y yo, a las tres o las cuatro o... ¿por que no? las cinco de la madrugada!! je je...esperando que el despertador sonara a las seis para ir a trabajar.

Hablamos, rezamos, lloramos, protestamos, chillamos incluso se llevó más de una torta por gritar a media noche pero ninguna opción era buena. Ni las maripositas de colores del pais de los Duendes ni la madre que te crió...imposible!!!. Desesperados fuimos a un psicólogo. Lo primero que me dijo aquella mañana en su consulta me dejó sorprendidísima:

- Su hija está dormida cuando hace eso...
- ¿Dormida con lo que grita?.
- Pues si, ella misma en su pesadilla se despierta con el grito.
Quien lo hubiera dicho.
Conclusión: Levantarse y con la mano apoyarle nuevamente la cabecita en la almohada diciendola duermete que estoy aqui. Asi una, dos, tres, cuatro, cinco, seis o siete veces a lo largo de la noche...Asunto dificil para una familia que encima no duerme siesta.

Otra cosa importante: Que ella nos busque a su padre y a mi en el sueño, diciendole que estamos alli para protegerla. Bien...

Lunes. Empiezó la terapia. La niña grita a las 3:45. Mano en la cabeza. Duermete mamá está aqui.
4:10. Otro grito. Mano en la cabeza. Duermete Papá esta aqui.
4:30. Otro grito. mano en la cabeza. Ahora es mamá quien está aqui de nuevo. NE NI TA...
5:45. Gritó?. ¿A quien le toca?. Cállate a ver si se duerme. Grita más fuerte. Me acuerdo de su madre que soy yo. Paula, por Dios!!!!.
5:50. Antes de que acuda el vecino, va su padre. ¿Niña no nos ves en el sueño?. Mano en la cabeza. Silencio.
A las seis casi tiro el despertador por la ventana, Javier no está. Me lo encuentro junto a la cama en el suelo y la niña en la cama de la hermana. Joder que bien vamos....

Dos semanas despues...
Nosotros con curas de sueño a diferentes horas del día. Osease delante del ordenador en el trabajo, pelando patatas en la cocina, sobre la taza de café a media tarde, etc., etc., etc..
Ella, por fin ha logrado no ver el fantasma y menos mal, porque si nosotros lo llegamos a ver... ese se queda sin sábana por la gloria de su madre....




Algunos niños tienen dificultades para dormir y los padres deben ser comprensivos, preguntarse cuál puede ser el motivo y ayudarlo hasta que supere esta etapa de su desarrollo.
En muchos hogares la hora en que los niños se acuestan se convierte en una auténtica batalla campal. Los pequeños rehúsan ir a la cama e inventan mil argucias para retardar el momento, tienen sed, no han hecho la tarea, quieren llamar a su abuelita por teléfono, corren y se esconden, brincan en los sillones y, por último, estallan en llanto; definitivamente no quieren irse a dormir.
Los padres se preguntan qué le sucede a su hijo. Antes no había problema, dormía perfectamente, era una pequeña marmota que no despertaba en toda la noche y a la mañana siguiente amanecía fresco y descansado.
En cambio ahora, el infantil insomne tiene dificultades para levantarse e, incluso, por la noche, aunque haya logrado quedarse dormido se despierta con frecuencia, grita angustiado y la posibilidad de tranquilizarlo se vuelve cada vez más remota.
El sueño permite no sólo el descanso físico sino que la mente, durante las horas nocturnas, “reacomoda” los sentimientos, vivencias y frustraciones que agobian al niño; si debido a su inmadurez esta situación no se logra adecuadamente pueden presentarse problemas como sonambulismo y terrores para dormir o que lo despiertan durante la noche.
Por eso los síntomas que presentan los pequeños, tras un episodio de terror nocturno, son muy parecidos a las manifestaciones de angustia mal controlada como: taquicardia, sudoración, respiración rápida, enrojecimiento, dilatación pupilar y aumento del tono muscular, lo que refleja una problemática que debe poner en alerta a los padres, quienes pueden empezar recordando sus propios temores y dándose cuenta que de una u otra manera el niño necesita de su compañía y comprensión.
¿Por qué se presentan los terrores nocturnos?
La razón de los miedos es variada, según las diferentes edades; muchos analistas suponen que hasta los 6 años aproximadamente, los impulsos sexuales y agresivos aún están mal controlados, afloran durante el sueño y persiguen al niño en forma de monstruos, diablos y horripilantes pesadillas.
En niños mayores los miedos a dormir pueden deberse a dificultades que durante el día no han podido resolver como malas calificaciones, rivalidad con sus compañeros, mentiras, situaciones que él vive como injusticias, celos de sus hermanos y, en muchas ocasiones, problemáticas de la misma familia; por lo general se trata de situaciones que el pequeño evade durante el día pero que se le presentan en el silencio y oscuridad de la noche, por lo que convierten la hora de acostarse en la antesala de la angustia.
Los terrores reflejan preocupaciones inconscientes de inseguridad, miedo al abandono, angustia ante la muerte o enfermedad de los padres, temor a crecer y, en ocasiones, simplemente sucede que el niño aún no expresa sus necesidades y presenta resistencia para irse a la cama con la esperanza de ver que su padre regresó, y tener un rato de convivencia con éste.
¿Qué pueden hacer los padres?
Niños y adolescentes deben dormir un promedio de 10 horas según la edad y naturaleza de cada uno; la manera de saber si está durmiendo adecuadamente es observar si tiene gran dificultad para levantarse y la sensación de cansancio y sueño presentes durante el día, lo cual es manifestación de que no ha dormido lo suficiente. En cada adolescente somnoliento hay un pequeño insomne que no está durmiendo adecuadamente.
Aunque los padres pueden pensar que sus hijos en edad escolar (después de los 6 años) “son grandes”, en realidad siempre requieren de mucha atención y de un tiempo más prolongado entre las actividades diurnas y la entrada de la noche.
Una regla de oro es procurar que los horarios sean regulares y respetados; también es conveniente poner música tranquilizante que anuncie actividades propias del final del día, la hora del baño, la revisión de tareas, la preparación de útiles y ropa, lo cual ayudan a separar la jornada diurna de la nocturna y le dan al niño la sensación de que las cosas están bajo control.
Es la etapa para fomentar hábitos y costumbres de higiene, y el desarrollo de rituales antes de dormir: dejar su ropa en el cesto, acomodar sus muñecos, lavarse los dientes, recoger los juguetes y, algo muy importante, la costumbre de leer antes de dormir; también es un buen momento para ofrecer la atención particular que necesitan, aconsejar y platicar con ellos sobre los problemas que los aquejan.
Temas referentes a diferencias sexuales, la procreación y las relaciones de pareja pueden aflorar en esos momentos y ambos progenitores pueden conversar y tratar de ayudar al pequeño para al desahogo y manejo de temores.
La compañía de los padres a la hora de acostarse y despertarse lo ayuda a sentir que durante las horas de “ausencia” sus padres lo han estado cuidando y eso le da una sensación de tranquilidad.
Al menos por un tiempo, mientras pasan las crisis de terror nocturno, pueden concederse al niño pequeñas opciones que le den tranquilidad, como una pequeña luz encendida.
Muchos programas de televisión y de computadora así como los videojuegos actuales, tanto por sus temáticas como por sus características, dejan la mente infantil sumamente excitada, por lo que no es recomendable que los utilice en momentos previos a irse a la cama.
Otro aspecto importante es que cada niño debe tener su propia cama y, desde luego, los padres deben ser firmes para que sus hijos aprendan a dormir donde les corresponde. Cuando se presenten los terrores nocturnos se le debe calmar; es fundamental que el pequeño regrese a su cuarto a dormir en su cama; este es un hábito difícil para muchos pequeños, pero indispensable para su buen desarrollo.
Aunque el niño esté crecido, suele gustar del mimo paterno y materno, por lo que se puede aprovechar el momento antes de dormir para reforzar el afecto.


Solloa García Luz María: Los trastornos psicológicos en el niño. México, editorial Trillas, 2001.

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